domingo, 10 de agosto de 2008

Los maletines del vicepresidente


Prensa Libre

El vicepresidente muestra el contenido de uno de sus maletines a Prensa Libre. En su interior se pueden observar diferentes viandas y un cepillo para ropa o zapatos.


A lo largo de la historia, las palabras poder y excentricidad han ido siempre de la mano. Las exigencias o caprichos de jefes de Estado, presidentes, reyes y emperadores siempre han llamado la atención de sus acompañantes y, más recientemente, de medios de comunicación.

Los presidentes y vicepresidentes guatemaltecos no se quedan fuera de tales gustos. Ejemplo de ello es Rafael Espada, quien no puede salir de su despacho sin su maletín de piel, con la refa —de lujo y nutritiva—, y cada vez que va de gira acostumbra estrenar chumpa.

El tema de los maletines de piel es el que más llama la atención. Mientras que otros mandatarios guatemaltecos acostumbraban a llevar licor, armas y otras viandas, el contendido del maletín de Espada es curioso: una tetera, tazas y platos de porcelana, limonada, granola, unas tostadas e implementos para lustrar zapatos, entre otras cosas.

El maletín se abre, religiosamente, a las 10.30. Esa hora marcaba el reloj durante una inspección que el vicegobernante efectuaba a un hospital cuando, de repente, la actividad fue interrumpida. La razón: tenía que tomar su acostumbrada taza de café.

En ese momento, los agentes de la Secretaría de Asuntos Administrativos y de Seguridad dejaron sus armas y optaron por poner en práctica sus conocimientos de meseros.

Calentaron el agua en una fina y brillante tetera, a la que agregaron café, y el aroma impregnó la sala; después sacaron unas tazas de porcelana china, y el vicepresidente, tras haber comido unas galletas con café, continúo el recorrido.

Todos los manjares que lleva el vicegobernante son preparados por la mañana por sus asistentes, y colocados cuidadosamente dentro de un maletín, similar al que usan los médicos.

Los agentes de seguridad son quienes llevan las viandas y cuidan de que contengan siempre alimentos saludables y suficientes, por si hubiera que compartir con alguna visita inesperada o un amigo.

Limonada vicepresidencial
Como si se tratara de la refacción de un escolar, Espada procura llevar siempre una limonada que le preparan en la cocina de la casa vicepresidencial, y que almacenan en un envase plástico común, de agua pura.

En la intimidad de su oficina y al ritmo de la melodía Primavera, de Antonio Vivaldi, el vicemandatario mostró a Prensa Libre el contenido de su maletín:

“Durante el transporte casi no como. No como mucho durante el día. De vez en cuando tomo café en la mañana, pero siempre como granola, jugo de naranja o tostadas. Trato de no comer muchos sándwiches y galletas; eso lo comen todos los que vienen” (sonríe).

Pero la bebida favorita de Espada es el café expreso, cuando no está en casa, o expreso doble cuando está en el trabajo, pero sin azúcar.

Mientras sacaba la tetera del maletín, se percató de que había una soda en el fondo de la valija, y apresuradamente le dijo a su asistente: “Yo no tomo esto”, a lo que el agente contestó con tono amable: “Usted no doctor, pero sí sus amigos o invitados”.

De hecho, para atender las ocasionales visitas de Espada —según los funcionarios—, si el café o las bebidas no están listas, no hay mucho de qué preocuparse, ya que siempre hay algo para los demás dentro del maletín.

Hasta implementos para lustrar y mantener impecables los zapatos del vicepresidente se pueden encontrar.

Desde pequeño
El gusto de Espada por las valijas no es nuevo. Confesó que desde pequeño acostumbra adquirir y guardar, con especial cuidado, maletines de forma triangular, aunque reconoce que su verdadera pasión son las cajas, de todos colores, tamaños y materiales.

En ellas guarda “cosas especiales”; de hecho, los obsequios que el Gobierno da a los visitantes extranjeros son cajas de madera con finos acabados, fabricadas por artesanos.

El maletín es para el vicemandatario más que un accesorio. En realidad, es la caja portátil en la que encuentra respuesta a sus antojos; es su oficina portátil, y el espacio en el que encajan literatura, medicina, política y arte culinario.

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