lunes, 27 de agosto de 2007

NORMA NO HA TRAÍDO CAMBIOS

Persiste activación de teléfonos celulares robados
Por: Carlos Menocal

La activación de teléfonos celulares robados es causa de que los atracos y muertes a manos de delincuentes continúen. Pese a que la Ley de registro de terminales móviles robadas o hurtadas entró en vigencia en marzo recién pasado, nada ha cambiado.
Pero el colmo es que ni el Ministerio Público ni la Policía Nacional Civil tienen registros acerca de cuántas personas son asesinadas por robo de celulares.
La Oficina de Atención Permanente del Ministerio Público registra siete mil denuncias de robo de pertenencias personales, entre las que se incluye el teléfono móvil, pero no se precisa qué clase de robo fue o si eso causó el asesinato.
Ejemplos sobran
Daylin Araceli Escobar, de 14 años, se convirtió tristemente en la víctima más reciente del robo de teléfonos portátiles, y que nuevamente provocó la indignación de la sociedad, pero esto no consigue despertar el interés de las autoridades.
Las muertes por el robo de esos aparatos pasan a engrosar la interminable lista de muertes violentas que registran las autoridades que se encargan de la persecución penal.
Escobar fue asesinada hace dos semanas, en San Benito, Petén, luego de que dos pandilleros le robaran el celular que un día antes le había regalado su padre como premio a sus excelentes calificaciones.
Aunque los familiares de Escobar denunciaron el robo e indicaron el número telefónico, éste fue activado posteriormente en Izabal, en una empresa que se dedica a flashear esos aparatos.
Según datos que manejan las mismas empresas de telefonía, en la actualidad existen más de 314 locales de ventas de celulares que se dedican a realizar esa operación con la ayuda de programas informático.
Esos negocios están distribuidos por todo el país: Izabal, Jutiapa, Chimaltenango, Alta Verapaz, Chiquimula, Quiché, Guatemala, Quetzaltenango, Escuintla, Huehuetenango, Baja Verapaz, El Progreso, Totonicapán, Sololá, Retalhuleu, Suchitepéquez, Santa Rosa, Jalapa y San Marcos.
Quienes conocen el procedimiento aseguran que es más sencillo de lo que cualquiera se imagina: “Flashear es fácil, no requiere ni 10 minutos para activarlo. Después de eso, el teléfono funciona con cualquier empresa”.
En las requisas efectuadas en el Preventivo de la Zona 18 fueron hallados aparatos telefónicos que los reos usaban con tres números distintos para extorsionar, una muestra de lo actualizado que está ese “oficio” en el país.
Walter Ordóñez, experto en telecomunicaciones, afirma que una vez la población no proporcione el número de identificación del teléfono robado (IMEI), éste seguirá en posibilidad de ser activado.
“De nada sirve que una víctima únicamente reporte el número telefónico, si no sabe el del registro, que es único y no se puede transferir. Si se bloquea ese número, el aparato queda inservible”, explica Ordóñez.
En septiembre del 2006, las tres empresas que operan el servicio de telefonía celular impulsaron una campaña fuerte para explicar a la población cómo evitar que los celulares sean usados de nuevo por los delincuentes que los roban.
En el anuncio exponían: “Marque *#06# para obtener el IMEI del aparato. Ese número se debe guardar, y a la hora de un robo hay que acudir con el operador para que lo bloquee”. Si no se hace de esta manera, los delincuentes tendrán el camino fácil para activarlo, y ese negocio oscuro que les ha costado la vida a muchos ciudadanos continuará.
Alrededor de los teléfonos robados existe una mafia invisible, pero que en realidad mueve mucho dinero. Los que se dedican a ese acto ilícito compran programas de computadoras que son capaces de descifrar los códigos y reactivar los teléfonos.
Si la población supiera cómo bloquear correctamente un celular para que éste ya no les sirva a los delincuentes, quizá la familia de Escobar, la joven petenera asesinada, no estaría llorando su muerte.
Víctimas
Los asesinatos por robo de celulares quedan impunes.
El 98 por ciento de los casos de asesinatos en Guatemala queda impune, y en esa estadística se incluye a aquellos que fueron causados por el robo de un celular.
Las víctimas se cuentan por cientos, pero algunos casos que quedaron en la impunidad pueden servir de ejemplo: Luis Alberto Santizo Palacios, de 24 años, murió en la colonia La Florida, zona 2 de Mazatenango, luego de que dos sujetos le robaron su celular, tras lo cual le dispararon.
Un pandillero mató a Rosa López Car, en la 10a. calle, colonia La Brigada, zona 7 de Mixco, por robarle el celular.
El sacerdote Eusebio Sazo Urbina, de 45, murió como consecuencia de una herida de bala en el cuello que le hizo un delincuente, tras haberlo despojado de su teléfono móvil, en el Proyecto 4-3, zona 6 capitalina.
El robo de un teléfono celular acabó con la vida de Luis Estuardo Monroy Noj, 22, cuando se transportaba en un autobús urbano, en la 16 avenida y 3a. calle, zona 1.

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