lunes, 17 de marzo de 2008

Izabal: Controversia por campesino muerto durante la incursión de la fuerza pública

Familiares del campesino Mario Caal Bolón exigen aclarar la muerte de éste, cuyo féretro fue trasladado en lancha.

A la complacencia del Gobierno por la liberación de los cuatro turistas belgas se contrapone el señalamiento contra las fuerzas de seguridad por, presuntamente, haber ultimado al campesino Mario Caal Bolón, durante la incursión de la fuerza pública en aldeas de Lívingston, Izabal.
Como “ejecución extrajudicial” calificó tal hecho Rolando Yoc, auxiliar de la Procuraduría de los Derechos Humanos, quien acudió a la aldea Puntarenas, de Lívingston, donde el cadáver de Caal permaneció tirado durante 19 horas sin que se presentase el Ministerio Público. Según testigos de la aldea, el fallecido recibió el impacto de una bomba lacrimógena en el pecho, a menos de tres metros, tras lo cual fue golpeado por integrantes de las Fuerzas Especiales Policiales.
El Ministerio de Gobernación rechazó tales aseveraciones. Ricardo Gatica, portavoz de esa cartera, aseguró que las fuerzas que participaron en la búsqueda y liberación de los rehenes no estaban armadas. “Nuestra gente no disparó en ningún momento”, aseveró.
Algo parecido afirmó en conferencia Henry López, director general adjunto de la Policía Nacional Civil, en la Base Naval del Pacífico, la mañana de ayer. “No hemos disparado a nadie; solo nos dedicamos a buscar a los rehenes y lo logramos”, dijo, aunque ofreció investigar el hecho.
Según la versión del Comité de Unidad Campesina (CUC), Caal fue capturado en Izabal, junto a Victoriano Cac Cus, Santa Isabel Solís Pajarito y José Rax, quienes luego fueron canjeados por los rehenes belgas que habían sido retenidos por los líderes del denominado Encuentro Campesino. Este grupo retenía a los turistas, desde el viernes recién pasado, como medida de presión para exigir la liberación de su líder, Ramiro Choc, preso y acusado de invasiones ilegales y depredación en áreas protegidas.
Sergio Morales, procurador de los Derechos Humanos, refirió que el cadáver de Caal, de 29 años, evidenciaba agresión. “Tenía el rostro amoratado y señales de que una bomba lacrimógena le había estallado en el cuerpo”, refirió.
“Se debió negociar”
Aunque no comparte “la actitud que tomaron” aquellos campesinos, Pascual insistió en que el diálogo debió haber sido el único medio para solventar el conflicto, en vez de “dejar que los militares tomaran el área con lujo de fuerza y con gases lacrimógenos, intimidando a los habitantes”.
Sin embargo, integrantes del Encuentro Campesino habían roto las negociaciones el sábado por la mañana, y se habían internado en la selva. De hecho, el vicepresidente Rafael Espada declaró ayer que el Gobierno no negociará “con delincuentes”.

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