jueves, 1 de noviembre de 2007

OTTO PÉREZ DE MILITAR A POLÍTICO

De ganar las elecciones, se convertirá en el primer militar en llegar a la Presidencia tras la firma de la paz, hace 11 años
Por: Prensa Libre

Su formación militar durante 30 años de su vida no fue en vano. La instrucción que recibió durante el conflicto armado interno, consistente en tareas de control, represión y dominio de la población, se ajusta al modelo de su agrupación.

Otto Pérez Molina ha logrado mantener la cohesión del Partido Patriota. El general de brigada, ahora convertido en civil, trasladó su campo de batalla a la arena política, en donde instaló un comando con disciplina y estrategia.

Aun cuando idear y dirigir estrategias militares son tareas totalmente distintas, todo apunta, al analizar su campaña electoral, a que es difícil separar su formación y concepción para vender una idea como un civil en contienda electoral.

La forma en que su agrupación política actúa, estructura y conduce la campaña responde, sin lugar a dudas, a más de una estrategia militar encaminada a llevarlo al poder, lo cual le ha dado resultado, ya que, a pesar de ser un partido relativamente nuevo y el candidato participa por primera vez en las elecciones, logró pasar a la segunda vuelta electoral.


Ha centrado el mensaje de su discurso en combatir la inseguridad con “mano dura”, para lo cual asegura tener “carácter y decisión”, palabras que podrían asociarse con la filosofía militar.

Pérez Molina decidió retirarse del Ejército a los 49 años de edad, cuando tenía el grado de general de brigada.

Ingresó en la Escuela Politécnica en 1966, de donde se graduó como subteniente en 1973.

Quiso ser piloto aviador, pero al final le gustó estar al mando de personas y fue parte de la Infantería.

Junto a los militares Roberto Letona y Eduardo Arévalo Lacs fue líder de su promoción -la 73-, como se dice en la jerga militar, de la cual surgió lo que se conoce como “El Sindicato”, grupo del cual también forma parte Miguel Fernández Ligorría, que se catalogó de ala reformista y logró colocarse en puestos clave. Algunos activistas de derechos humanos opinan que se trata de uno de los grupos clandestinos, pero el general asegura que se integró para buscar el mejor desempeño de la institución militar.

Entre 1978 y 1982, Pérez Molina fue parte de la seguridad personal del presidente Romeo Lucas García -fallecido en 2006 y quien nunca pudo ser juzgado por masacres cometidas durante la guerra interna-, cuando logró posicionarse y escalar poco a poco.

En el Triángulo Ixil

En 1982, durante el gobierno de facto de Efraín Ríos Montt, el ahora presidenciable fue investigado por malos procedimientos administrativos e intentos de sedición, por sus inclinaciones reformistas, pero los señalamientos no pasaron a más.

Ante ello, Ríos Montt lo envió al área Ixil, en Quiché, una de las regiones donde se cometieron masacres durante el tiempo en que estuvo asignado, específicamente en Nebaj, aunque no se sabe de procesos iniciados por esa causa. Tras ese episodio se le reconoció la pacificación de aquel lugar.

En este período fue conocido por sus allegados como “el comandante Tito”, de la base militar de Nebaj.

En 1992, cuando Jorge Serrano Elías dio el autogolpe de Estado, Pérez lideró, junto a un grupo de oficiales del Ejército, el grupo de oposición que, junto a la cúpula empresarial y partidos políticos, promovió el regreso de la institucionalidad que había sido violentada.

En este proceso, cuando pasó la crisis y hubo que depurar al personal que trabajó con Serrano Elías, el militar conoció a Roxana Baldetti, que fungía como subsecretaria de Comunicación y a quien, según colaboradores cercanos, tuvo que demandar, por la desaparición de equipo de esa dependencia. La denuncia quedó archivada, y, según Pérez Molina, todo fue un malentendido.

Desde entonces surgió la amistad que aún los hace trabajar unidos.

De 1993 a 1995 ocupó el cargo de Jefe del Estado Mayor Presidencial (EMP), desde el cual tuvo relación cercana con el coronel Julio Fernández Ligorría, a quien promovió como subjefe de la Policía Nacional Civil cuando el coronel Mario Mérida fue viceministro de Gobernación.

Fernández Ligorría, ahora cercano colaborador de Pérez Molina, ha sido señalado por organizaciones de derechos humanos de tener vínculos con el narcotráfico, el crimen organizado y el robo de autos.


Cuando fue jefe del EMP, Otto Pérez Molina protagonizó la captura del capo del narcotráfico Joaquín Guzmán, conocido como el Chapo Guzmán, y allegados lo acusan de haberse quedado con unos Q23 millones y una flotilla de autos de lujo, propiedad del detenido, según reportes desclasificados en poder de la organización Archivo Nacional de Seguridad, con sede en Washington.

El general niega tal señalamiento y asegura que nunca se le ha comprobado.


En 1996, Pérez Molina quiso ser ministro de la Defensa, tras la llegada a la Presidencia de Álvaro Arzú, pero fue nombrado Inspector General del Ejército, con lo que se involucró activamente en la negociación de la firma de la paz, proceso del cual fue signatario el 29 de diciembre de ese año.

De 1998 al 2000, las pugnas de poder entre los oficiales frustraron sus planes. Marco Tulio Espinoza, entonces ministro de la Defensa, lo acusó ante Arzú de intentos de sedición, por lo que fue enviado a la Junta Interamericana de Defensa, en Washington.

En pleno auge de su campaña salió a luz una denuncia de que durante su estancia en el EMP, en la administración Ramiro de León Carpio, fueron malversados Q19 millones. El militar justificó que se destinaron a las actividades con motivo del cambio de gobierno y al pago de un bono a trabajadores.

Los últimos años de su vida; es decir, desde que se retiró del Ejército a la fecha, los ha dedicado a trabajar en su proyecto político, el Partido Patriota (PP), cuya creación se concretó en el 2001.

Un año más tarde, dicho partido formó parte de la Gran Alianza Nacional, con la que, apoyados de la cúpula empresarial, llevaron a la Presidencia a Óscar Berger, en el 2003.

Cuando se negociaron puestos a elección ese año, Pérez Molina recomendó como diputado por Izabal a Giovanni Mendoza, integrante de una de las familias señaladas de controlar el tráfico de droga en aquella región. La sugerencia fue rebatida por Berger, por razones obvias, y quedó en lo que ahora es reconocido por el propio Pérez Molina como un error.

Berger nombró al militar retirado comisionado de Seguridad, y éste negoció que Cristian Ros, uno de sus cercanos colaboradores y ahora encargado de finanzas en su campaña, ocupara la Dirección de Aduanas.

En el Instituto Guatemalteco de Turismo colocó a Alejandro Sinibaldi, su jefe de campaña actual.

Óscar Córdova fue director de Migración, y Juan Alcázar, secretario de Comunicación Social de la Presidencia. Estos últimos fueron electos diputados en los comicios del 9 de septiembre recién pasado.

Pérez Molina también logró que José Alfredo Cabrera Alarcón, su gran cuaz (amigo, en la jerga militar), ocupara la jefatura de Finanzas del Ejército, gestión que se investiga por gastos anómalos de Q19 millones, en compras de cascos, municiones y cartuchos que se pagaron y nunca ingresaron a inventario de la institución, cuando César Méndez Pinelo era ministro de la Defensa.

Deja gobierno

Al ver frustrado su intento de dirigir la seguridad durante la administración Óscar Berger, Pérez Molina renunció al cargo de comisionado, aunque algunos creen que fue presionado a ello porque su imagen competía mucho con la del mandatario.

Salió del Gobierno sin hacer mayor ruido, con el único argumento de que no compartía que el presidente y Ríos Montt se hubieran tomado un “cafecito”. El gobernante sostiene que el militar se fue porque eran dos proyectos diferentes.

Regresó al Congreso de la República y encabezó la bancada de oposición del PP, desde la cual impulsó leyes de seguridad.

Después dejó el Legislativo para dedicarse a la campaña, aunque apoyó que su bancada interpelara y promoviera la renuncia del ministro de Gobernación Carlos Vielmann, luego de que aparecieran asesinados tres diputados salvadoreños y posteriormente fueran ejecutados los agentes de la Policía sospechosos del hecho, en una cárcel.

Posiblemente eso le valió animadversión de integrantes del sector privado que apoyaban al titular de aquella cartera, aunque quizá logró convencerlos de que le ayudaran a financiar la campaña.

Ahora se dice que entre sus principales financistas hay grandes empresarios, lo que le ha servido para desplegar una campaña publicitaria fuerte y millonaria.

PLAN

Sus 10 primeras acciones:

Reunión con la dirigencia interinstitucional de seguridad, para dar a conocer el plan Guatemala Segura.

Implementar Fuerzas de Tarea Interinstitucional, ocho días antes de la toma de posesión.

Poner en funcionamiento la Ley contra el Crimen Organizado y la Dirección de Inteligencia Civil.

Reorganizar y depurar los cuerpos de seguridad.

Presentar una iniciativa al Congreso, para que se tipifique como delito el enriquecimiento ilícito.

Plan de austeridad que defina recortes y ajustes presupuestarios.

Coordinar con la Secretaría de Seguridad Alimentaria acciones para combatir la desnutrición.

Iniciar depuración del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación, fondos sociales y Segeplan.

Coordinar objetivos comunes con los presidentes de los organismos Judicial y Legislativo.

Dar a conocer los lineamientos de conducta a todos los funcionarios: “Plan mano dura empieza en casa”.

Otto Fernando Pérez Molina

Nació el 1 de diciembre de 1950. Tiene 56 años de edad. Está casado con Rosa María Leal de Pérez.

Es padre de dos hijos: Otto, de 34 años, y Lissethe, de 33.


Sus padres son Jaime Pérez Marroquín e Isabel Molina de Pérez.

Inició su formación militar en 1966, y se graduó en 1973 de la Escuela Politécnica. Estudió Estado Mayor, en la Escuela de Las Américas, Estados Unidos, en 1987. Fue director de Inteligencia Militar (G2), de 1991 a 1993.

De 1993 a 1995 fue Jefe del Estado Mayor Presidencial, tiempo durante el cual se creó la Secretaría de Análisis Estratégico (SAE).

Durante su participación en la firma de la paz, suscribió siete de los acuerdos sustantivos y fue signatario del proceso, el 29 de diciembre de 1996.

Estudió Defensa Continental en el Colegio Interamericano de Defensa, en Washington.

Inició una maestría en Ciencias Políticas, en la Universidad Francisco Marroquín, que no concluyó; le hacen falta cuatro créditos.

Además, Programa de Alta Gerencia en el Incae, Costa Rica, y Certificación de Alta Gerencia, en 1989.

Maestría en Ciencias Sociales y Políticas, no concluida.

Diputado al Congreso de la República en el 2004.

Luego de haberse retirado del Ejército, en enero del 2000, fundó una empresa dedicada a la exportación de plantas (Planexsa), la cual cerró. Recibe una pensión del Instituto de Previsión Militar, de Q16 mil 500.

En el tiempo

Padre, hermano, abuelo, esposo, militar y ahora político.

Kaibil

Otto Pérez Molina fue uno de los promotores de la escuela Kaibil, actualmente con sede en Poptún, Petén -antes funcionó en Melchor de Mencos-. Previo a ello recibió el curso “Lanzadores”, que duró 180 días, en Colombia.

En familia

Haber dejado la institución militar, reconoce Pérez Molina, le ha permitido pasar más tiempo con sus hijos, nietos y su esposa, Rosa Leal de Pérez.

El presidenciable extraña a dos de sus cuatro nietos, que residen en Washington.

La Paz

En 1996, Otto Pérez Molina se convirtió en signatario de la firma de los acuerdos de paz.

El militar fue enlace entre la institución armada y los negociadores del Gobierno y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca.

La política

A lo largo de toda la campaña política, a Pérez Molina se le ha visto rodeado de incondicionales, entre ellos, Roxana Baldetti, quien lo acompañó a casi todas las giras y se encargó de criticar al contendiente del general.

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