lunes, 17 de septiembre de 2007

MARAS ENTREGAN ARMAS

Vecinos de Cerro Alto convencieron a grupo criminal
Por Prensa Libre
Pandilleros forman fila en la comunidad de Cerro Alto, San Juan Sacatepéquez, mientras esperan que los vecinos les entreguen un carné para continuar el proceso de rehabilitación.-EFE
Un grupo de vecinos de Cerro Alto, San Juan Sacatepéquez, “convenció” ayer a los pandilleros que sembraban el terror en ese lugar de que entregaran sus armas y se rehabilitaran.

“Nos costó mucho trabajo, pero lo logramos. Les hablamos -a los pandilleros- y les advertimos que no estábamos dispuestos a tolerar más daño en nuestro pueblo y que ya no queremos más sangre”, explicó Julio Luna, uno de los líderes del pueblo que organizó a sus vecinos para “ponerle fin a las maras”.

Luna, un obrero de 35 años, logró en menos de una semana lo que ninguna institución del Estado ha podido en años: hacer desistir, en forma pacífica, a los integrantes de las temidas Mara 18 y Mara Salvatrucha de la comunidad indígena ubicada a unos 35 kilómetro de la capital a que dejen “la vida loca”.

Linchamientos

Todo empezó hace una semana, explicó Luna, “cuando, hartos de las maras, los vecinos capturaron a dos pandilleros, los vapulearon y quemaron vivos en la plaza del pueblo”.

“Eso nos preocupó mucho, porque somos un pueblo pacífico, y no queremos que se llene de sangre. Por eso tomé la iniciativa. Hablé con el maestro del pueblo, y poco a poco se fue uniendo el resto de vecinos”, agregó Luna.

A lo largo de la semana, los pobladores de Cerro Alto fueron de casa en casa a advertir a los integrantes de las pandillas de que “si no entregan sus armas y se rehabilitan, les pasará lo mismo que a sus compañeros”, es decir, serán linchados en la plaza del pueblo.

“La verdad, no creí que de esa forma lo íbamos a lograr, pero sucedió”, relató Luna, asombrado de ver cómo cerca de 300 pandilleros, de entre 15 y 35 años, llegaron a la plaza y, dóciles, entregaron las armas con que cometían sus fechorías y aceptaron de forma voluntaria integrarse a un plan de rehabilitación.

“Entregaron armas de todo tipo: desde bombas caseras hasta pistolas automáticas, escopetas y tolvas de fusiles AK-47”, detalló Luna.

Agregó que la comunidad iba destruir allí mismo las armas, “pero el comisario de la Policía nos ha pedido que las entreguemos al Ministerio Público”.

Sin planes

Uno a uno, los pandilleros fueron posando ante una cámara fotográfica que registró su rostro para ilustrar los carnés que les entregó la comunidad, y que los identifica como “jóvenes en proceso de rehabilitación”.

Los vecinos no tienen aún planes concretos sobre cómo ayudarán a los muchachos a rehabilitarse, “sólo ideas sueltas”, informó Luna, pero esperan que el Gobierno y los medios de comunicación los ayuden, “porque los patojos necesitan una oportunidad”.

La titánica tarea iniciada por Luna le ha valido amenazas de muerte de parte de los supuestos líderes de las pandillas, que se han negado a imitar a sus compañeros.

“Voy a llevar a mi familia a otro lugar, pero yo me voy a quedar acá. No voy a desistir de esto, porque muchos de los patojos están agradecidos, y hasta han llorado porque esperaban una oportunidad como esta”, puntualizó.

Según cifras de la Policía, en el país, más de 60 mil jóvenes integran las maras, que se dedican a asaltar, extorsionar y asesinar a quienes se oponen a sus fechorías.-ACAN-EFE.

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