jueves, 6 de septiembre de 2007

MEJOR CONGELADA QUE ENTERRADA

Por BBC Mundo
Todos tenemos diversas formas de venerar a nuestros muertos.

Algunos llevan flores en aniversarios que habrían servido, en vida, para armar una fiesta: un cumpleaños, una graduación, un matrimonio.

Los antiguos egipcios enterraban a los suyos en tumbas selladas en medio del desierto, rodeados de tesoros destinados a enriquecer el viaje final.

Los judíos no llevan flores a los que partieron, sino que los recuerdan colocando pequeñas piedras, lustrosas y limpias, encima de sus lápidas, para decirles que no han sido olvidados.

Las culturas prehispánicas momificaban a los suyos y los rodeaban de maíz y menestras, para que no sufrieran hambre en esa travesía en la que son pasajeros únicos y solitarios.

Pero las hermanas Josephine y Valmai Lamas, de Londres, Reino Unido, han escogido una forma poco ortodoxa de venerar a su madre, que murió hace diez años.

Congelada

Resulta que en lugar de sellarla en una tumba del Sahara, colocarle una lápida de piedra en un cementerio lleno de flores o poner un homenaje en alguna iglesia medieval, decidieron congelarla en una agencia funeraria.

Todos sábados a la hora del almuerzo, Valmai se sienta junto al cadáver, mientras que Josephine -o Josie- se encarga de maquillarla y colocar rellenos de algodón fresco donde alguna vez estuvo el estómago.

El problema es que el embalsamamiento inicial, que seguramente les permitió pensar que su madre estaba profundamente dormida, se ha empezado a disolver y, de la cintura para abajo, ya es un esqueleto.

La parte superior del cuerpo ha empezado a deteriorarse a tal punto que el rostro está cubierto de un pergamino arrugado y fino que alguna vez fue piel.

Algunos familiares de las hermanas Lamas han empezado a alarmarse con la curiosa lealtad de las dos hijas, que no ven nada de malo en visitar a la madre muerta aunque, dentro de poco, no les quedará mucho que maquillar.

Primos y sobrinos opinan que ya es suficiente. Los dueños de la agencia funeraria dicen que, mientras que sigan pagando los US$40 mensuales que abonan por el alquiler del congelador y en tanto el cadáver no viole ninguna ley sanitaria, van a seguir ofreciendo tan inusual servicio.

Un familiar sostiene, asustado, que "Josie le pidió a la agencia que mantuviera a su madre congelada hasta que decidieran enterrarla, el problema es que ya a pasado una década de eso".

A pesar de todo, las hermanas no se rinden y siguen visitando a su madre semicongelada.

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