jueves, 9 de agosto de 2007

DE ABU GRAIB AL INFIERNO

El soldado estadounidense que denunció el abuso de los prisioneros iraquíes en la cárcel de Abu Graib se dio cuenta de que había quedado marcado, luego de que su anonimato fuera roto de manera asombrosa por Donald Rumsfeld.

Cuando Joe Darby vio las horrendas fotos de los abusos en la prisión de Abu Graib, quedó atónito.
Tan atónito que se lanzó a caminar en la calurosa noche de Bagdad y se fumó media docena de cigarrillos, mientras que desesperado trataba de decidir qué hacer.
Joe Darby era un soldado de la reserva de las fuerzas estadounidenses en Abu Graib cuando tropezó con esas imágenes que finalmente conmocionaron al mundo en 2004.
Eran fotografías de sus colegas -algunos de los cuales había conocido desde la secundaria- torturando y abusando a prisioneros iraquíes.
Su decisión de denunciarlos en vez de quedarse callado, cambió su vida para siempre.
Sólo hasta poco al policía militar se le permitió hablar acerca de esa batalla personal, y en su primera entrevista con la Radio 4 de la BBC le explicó a Michael Buerk cómo tomó esa decisión y el temor que tiene por la seguridad de su familia.


Fotos del abuso

Él había estado en Irak durante 7 meses cuando por primera vez le entregaron las fotografía en un CD.
Un colega suyo, Charles Graner, se las envió.
La mayor parte del disco contenía fotos de los alrededores de Hilla y Bagdad, pero también las tristemente célebres fotos de los abusos.
Al principio no creyó lo que estaba viendo.

"Me reí cuando vi la primera foto -porque es una pirámide de gente desnuda- no sabía que se trataba de prisioneros iraquíes", dice.
"Porque he visto soldados haciendo cosas realmente estúpidas. Pero a medida que las fui viendo, me fui dando cuenta de qué se trataba".
"Había fotos de Graner golpeando a un grupo de tres prisioneros".
"Había otra fotografía de un iraquí desnudo de pie, con una bolsa en su cabeza, mientras sujetaba la cabeza de otro iraquí arrodillado con la cabeza entre sus piernas".
"La mujer más destacada en las fotografías era Lynndie England. Ella les ataba una correa en el cuello a los prisioneros, tiraba y los arrastraba por la fuerza".
"También aparecía posando detrás de una pirámide de presos, junto a Graner, con su brazo extendido y el pulgar hacia arriba en un gesto de aprobación".
"Lynndie aparecía en otra foto junto a uno de los presos que había muerto".


Promesa de anonimato

Joe Darby supo que lo que había visto estaba mal, pero la decisión de entregar las fotos le tomó tres semanas.
Cuando finalmente lo hizo, le prometieron anonimato, y esperó nunca volver a saber del asunto


Pero tenía miedo de la reacción de los soldados que aparecían cometiendo los abusos en las fotos.
"Yo tenía temor de resultar castigado no sólo por ellos, sino también por otros soldados", dijo.
"En la noche, cuando iba a dormir, ellos estaban a menos de 90 metros y yo ni siquiera tenía una puerta en la habitación donde dormía".
"Yo colgaba un impermeable en la entrada, que hacía de cortina".
"Como le comenté a mi compañero de cuarto, ellos podían meter la mano por la puerta -porque yo dormía exactamente en la puerta-, y cortarme la garganta sin hacer un solo ruido, o sin que nadie se diera cuenta de lo que estaba sucediendo, y estaba muy atemorizado.
Cuando finalmente los soldados fueron retirados de la base, él pensó que sus problemas habían terminado.
Y fue entonces, cuando se encontraba en un comedor iraquí compartiendo con centenares de soldados, Donald Rumsfeld apareció en televisión dándole las gracias a Joe Darby, por haber entregado las fotografías.
"No creo que haya sido un accidente porque esas cosas siempre se hacen con un libreto", dice Darby


Pero yo recibí una carta suya en la que decía que no hubo malicia ni mala intención, que sólo lo hizo para elogiarme, y que él no tenía idea de mi anonimato".
"Yo encontré realmente muy difícil de creer que el secretario de Defensa de los Estados Unidos no tuviera idea de que el testigo clave de un caso criminal tiene la prerrogativa del anonimato".
En vez de volverse en contra suya por traicionar a sus colegas, la mayoría de los soldados de su unidad estrecharon su mano.
Fue cuando regresó a su casa que los verdaderos problemas comenzaron.


Traidor

Su esposa no tenía idea de que Darby había entregado esas fotos; pero cuando su nombre fue mencionado, tuvo que escapar a la casa de su hermana, que luego fue cubierta con graffitis.
Muchos en su pueblo natal lo calificaron de traidor.
"Yo sabía que algunas personas no estarían de acuerdo con lo que hice", dice.
"Hay quienes no ven el tema como lo que está bien y lo que está mal. Su punto de vista es que yo puse en la cárcel a soldados estadounidenses por encima de iraquíes"
Ese rencor en su pueblo significa que todavía no puede regresar.


Después de que Donald Rumsfeld violó su anonimato fue sacado rápidamente de Irak, y estuvo bajo protección armada durante 6 meses.
Desde entonces abandonó el ejército pero sirvió como testigo en los juicios de algunos de los acusados de abuso y tortura.


Pero al que más le teme es a Charles Graner.

"Ver a Granes en la sala de justicia fue la única cosa difícil durante el proceso", afirma.
"El tenía una mirada fría como el hielo cargada de odio durante todo el tiempo. No quitó sus ojos de mí ni un solo minuto mientras estuvo sentado allí. Pienso que es un rencor que mantendrá vivo hasta el día que salga de la cárcel".
Joe Darby y su familia tuvieron que mudarse a otra ciudad. Ellos tienen nuevos trabajos. Han hecho todo lo posible por cambiar sus identidades.
Pero él no se considera un héroe ni un traidor. "Sólo un soldado que hizo su trabajo. Ni más ni menos".
"Nunca me he arrepentido ni un sólo segundo de lo que hice cuando estaba en Irak, de haber entregado esas fotos", dice Darby.

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