lunes, 13 de agosto de 2007

OLEADA DE DEPORTADOS

Se prevé que este año EE.UU. expulse a 24 mil guatemaltecos

Con la cabeza baja, rostro serio y decepcionados salen del avión que los trae deportados al país, atrás quedaron el sueño americano y la ilusión de salir de la pobreza en que estaban sumidos en Guatemala.
Esta semana, la cifra de deportados desde Estados Unidos superó los 14 mil guatemaltecos. El Ministerio de Relaciones Exteriores prevé que, a final de año, más de 24 mil connacionales sean devueltos, unos cinco mil más que el año recién pasado.
Muchos regresan a sus casas frustrados por haber sido atrapados en el desierto, en su intento de llegar al norte, y endeudados por haber pagado a los coyotes. Otros con una vida rota a sus espaldas, después de haber trabajado muchos años en Estados Unidos y una familia dividida.
A su llegada, encuentran una bolsa con comida y bebida encima de una silla, la bienvenida del personal de migración, apoyo para encontrar un trabajo y el reto de volver a empezar.
César Ríos, quien vivió durante 14 años en San Diego, California, dejó en ese estado a su esposa y cuatro hijas, a quienes tratará de traer de Estados Unidos, cuando se acomode de nuevo en Río Bravo, Suchitepéquez, a donde ya no se acuerda ni cómo se llega.
“Uno vive con miedo, no paseábamos mucho, no salíamos, y cuando regresé de trabajar, a mi casa, me agarraron”, comenta con impotencia.
Él tiene claro que no quiere regresar porque ya ha arriesgado demasiado, pero otros, como Pedro García, a quien agarró la migra después de cuatro años de haberse ido del país, esperará dos semanas y volverá a intentarlo. “Aquí no se puede hacer nada”, comenta.
Muchos se quejan de los golpes y el maltrato que recibieron tras ser detenidos. “Pasé 40 días en un albergue, me tiraron al suelo, me golpearon. Tratan mejor a los animales”, protesta Fredy Ramos, al pisar tierra guatemalteca, después de trece años de ausencia en el norte.
Los dramas familiares son cada vez más, sin embargo, la inmigración no. Previsiones vertidas oficialmente indican que cuando acabe el año se habrá triplicado la cantidad respecto del 2004, cuando retornaron al país 7 mil 29 personas.


Pánico a redadas

La tensión por el aumento de las redadas y las deportaciones se vive intensamente desde hace meses. Los connacionales se han visto obligados a cambiar sus hábitos de vida, no salen a pasear, cambiaron sus modos de transportarse y viven en constante tensión, y limitados en sus comunidades por el temor de que un día se desmorone la vida que construyeron en años, con trabajo y esfuerzo.
“Hay mucho miedo, mucha incertidumbre, porque la gente sabe que la policía llega ya a todos sitios, a las fábricas, a las paradas de tren, a los autobuses, y viven encerrados en sus comunidades por el miedo”, cuenta Marlon González, presidente de la Coalición de Inmigrantes Guatemaltecos (Conguate).
Afirma que desde hace tiempo han estado advirtiendo que las cosas empeorarán y que cada vez harán más redadas, pues el Gobierno de EE.UU. aumentó el presupuesto del Departamento de Seguridad Nacional, por lo que tendrán más capacidad y personal para agilizar deportaciones.
Juan García, del Comité de Migrantes en Acción de Rhode Island, explica que a muchos de los deportados les denegaron las solicitudes de asilo político, que presentaron hace años.
García se queja de la falta de apoyo del Gobierno guatemalteco. “Estamos abandonados a nuestra suerte, quisiéramos saber qué está haciendo el Gobierno de Guatemala”, dijo.
Pese al endurecimiento de las medidas migratorias, no disminuye el número de guatemaltecos que arriesgan sus vidas para llegar a Estados Unidos. Eso sí, cruzar la frontera se ha vuelto mucho más peligroso y más caro. Un estudio elaborado por la Mesa Nacional de Migraciones (Menamig) establece que en 10 años la cantidad que pedían los coyotes se ha elevado . En 1994 pedían US$300, ahora piden US$4mil.
Las rutas, la forma en que los transportan escondidos en camiones y las veredas por el desierto se han vuelto más largas y peligrosas. Ejemplo de ello es que este año el viaje al norte le ha costado la vida a 149 guatemaltecos.

Los efectos

Además de las consecuencias personales, las deportaciones afectan a Guatemala, país al que se sumará más gente desempleada, endeudada, y más pobreza.
“De un migrante dependen tres o cuatro personas y si deja de trabajar, genera más pobreza, más desempleo y más inseguridad”, afirma García.
Luis Linares, analista de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (Asíes), señala que el problema es grave. “Miles de personas más pasan a demandar un empleo y miles de familias dejan de recibir las remesas que les enviaban desde el norte”.
Marta Altolaguirre, viceministra de Relaciones Exteriores, explica que la situación se ha desbordado y se espera que las autoridades de Estados Unidos sean cada vez más estrictas.

Que no emigren

Insistió en que tal y como está la situación, los guatemaltecos deben valorar muy bien al decidir marcharse a Estados Unidos, ya que arriesgan su vida y tienen altas posibilidades de ser deportados. “Que no se lancen porque hay mucho peligro”, dijo Altolaguirre.
El ministerio tiene previsto que este mes arranque un programa completo para ayudar a los deportados, en los que se les ofrecería asistencial sicosocial, legal, becas y asesoramiento para encontrar empleo, pero para ello necesitan Q11 millones.
Destacó que Guatemala no puede influir en las decisiones de Estados Unidos, aunque han sido enérgicos en sus demandas de que no se violen los derechos ni se separen a las familias.
Mientras la situación legal no se define, miles de personas intentan llegar a Estados Unidos, en busca de lo que no encuentran en su país, aún con el riesgo de morir en el desierto o ser capturados por agentes estadounidenses y ser devueltos a su lugar de origen. Nada los detiene.

Más paro y menos remesas

Para Luis Linares, analista de Asíes, el incremento de deportaciones viene a agravar más la situación social del país.
Primero, porque cada vez llega más gente desempleada que necesita encontrar un trabajo y porque las familias que dependían de las remesas que les enviaban de Estados Unidos se quedan sin esos ingresos.
“El impacto en la economía nacional puede que no sea tan notable, pero para muchas familias es un grave problema”, explicó Linares.
Señaló que a la larga sí tendrá un efecto marcado en la región centroamericana, ya que el retorno masivo de migrantes se está notando en todos los países del Istmo.
El reto para el país, afirmó Linares, debe ser la creación de empleo, tanto para brindar oportunidades para la gente que retorna como para evitar que los guatemaltecos tengan que marcharse al extranjero a conseguir recursos.
“Políticamente se puede hacer poco para frenar las deportaciones, pero el país sí tiene que ofrecer más opciones a sus ciudadanos”, concluyó.

Reforma migratoria

Presiones internacionales no logran favorecer a migrantes.
La reforma migratoria en Estados Unidos está parada, no avanzó en el Senado, en junio de este año.
Las presiones de países latinoamericanos y organizaciones de migrantes en Estados Unidos son constantes, pero los avances son escasos.
Ante la falta de legislación federal, cada estado aprueba normas que afectan a los migrantes. Así, 19 de los 50 estados prohíben la contratación de trabajadores indocumentados.
Mientras no se apruebe la reforma, las medidas contra migrantes son cada vez más estrictas.

En cifras
Cero tolerancia.


El endurecimiento de la legislación en EE.UU. ha hecho que el número de deportados aumente progresivamente, y con ello el temor de los connacionales que viven en ese país.
14,212 es el número de deportados de enero al 10 de agosto.
18,305 fueron deportados en el 2006.
24 mil guatemaltecos se prevé serán deportados en el 2007.
1.2 millones de guatemaltecos residen en Estados Unidos.
149 connacionales han muerto al intentar llegar a EE.UU.
Adolescentes, mojados y desterrados
A sus quince años, Mario ha vivido la ilusión de programar su viaje al “Norte”, la dureza de viajar en camiones, caminar por el desierto de Arizona, ser detenido por dos veces y volver deportado a su país tragándose las lágrimas y con una gran deuda a sus espaldas.
Como él, alrededor de 700 menores de edad han experimentado los que se siente al ser deportados de Estados Unidos este año.
En el mismo avión viajaban de regreso Rudy, de 16 y Óscar de 17 años, dos primos que ahora han vuelto a su rutina en Coatepeque, Quetzaltenango.
Cuando relatan su historia, intentan envalentonarse y mirarla como una aventura, pero su rostro cambia cuando relatan las dos semanas que pasaron encerrados en diminutas celdas. “En todo el tiempo no nos dejaron salir al patio y casi nos tiraban la comida”, cuenta.
A pesar de las penurias que pasaron, volverán a intentarlo, si sus familias les apoyan, porque quieren ganar dinero “y aquí no se puede”.
Manuel Manrique, representante del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en Guatemala, destacó que la magnitud del problema de la migración en adultos ha hecho perder de vista que es un problema que afecta a los niños y necesitan un tratamiento diferenciado y que se respeten sus derechos.
Destacó que en la última encuesta sobre jóvenes el 66.6 por ciento respondió que abandonaría el país si tuviera opciones de mejorar, y dijo que eso es algo que las autoridades deben tener en cuenta porque evidencia que estarán dispuestos a arriesgar su vida para llegar a Estados Unidos.

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